Para acabar con los compartimentos estancos y abordar eficazmente las desigualdades, los sistemas deben colaborar entre sí y con los miembros de la comunidad para alinear colectivamente sus acciones con las necesidades y prioridades de las comunidades a las que sirven, en particular las que históricamente han resultado más perjudicadas. Una forma de hacerlo es con la medición compartida.