La humanidad se enfrenta hoy a una extinción masiva: las lenguas están desapareciendo a un ritmo sin precedentes. Y cuando eso ocurre, se pierde una visión única del mundo. Con cada lengua que muere perdemos un enorme patrimonio cultural; la comprensión de cómo los seres humanos se relacionan con el mundo que nos rodea; el conocimiento científico, médico y botánico; y lo más importante, perdemos la expresión del humor, el amor y la vida de las comunidades. En definitiva, perdemos el testimonio de siglos de vida.